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03/10/2017

Manías y conductas habituales al volante, ¿pones en riesgo tu seguridad?

Aunque la mayoría de nosotros no somos conscientes de ello, todos los conductores tenemos una serie de manías a la hora de conducir. Estas conductas se introducen poco a poco en nuestra rutina diaria hasta terminar realizándolas de manera mecánica y sin pensar. Algunas conductas que han sido observadas en una gran cantidad de conductores son: ajustar siempre los espejos o el asiento al arrancar, conducir con una mano agarrando la palanca de cambios o con un codo apoyado en la ventanilla, no retirar el pie del embrague, etc. 

Algunos de estos hábitos se pueden calificar como absurdos o tediosos (imaginaos a alguien que necesita comprobar que se han cerrado todas las puertas del vehículo una a una). Y otros, simplemente, buscan la comodidad en la conducción, como por ejemplo, llevar el asiento bastante reclinado. Sin embargo, el psicólogo Ignacio Calvo, especializado en terapias conductivo-conductuales y en seguridad vial, avisa que adoptar ciertos “vicios” pueden acabar condicionando nuestra seguridad en la carretera. De hecho, muchas de estas manías pueden conllevar multas y sanciones ya que son peligrosas, pudiendo ocasionar un accidente.

Un claro ejemplo de ello, es la forma en la que solemos coger el volante. Llevar las manos en la zona inferior del volante, girarlo con la palma de la mano o llevar una mano fuera de la ventana o en la palanca son malos hábitos que no permiten una conducción segura. Por ello, La Dirección General de Tráfico (DGT) recoge como única posición reglamentaria poner las manos como si las agujas de un reloj marcaran las 10:10 y con los brazos flexionados, aunque también acepta las 9:15 como correcta.

Por otro lado, existen ciertas conductas que no suponen peligro alguno, sino todo lo contrario. Por ejemplo, cuando queremos concentrar nuestros esfuerzos en algo tendemos a eliminar cualquier otro estímulo, esto hace que muchos conductores bajen el volumen de la radio cuando tratan de aparcar correctamente el coche, y aunque a priori sea una manía, realmente puede favorecer la concentración.

El chequeo de los espejos, medir la distancia hasta el volante, ajustar la posición del asiento o comprobar la eficacia del cinturón de seguridad son buenos hábitos vinculados con la protección. No obstante, el psicólogo Ignacio Calvo sostiene que algunas personas metódicas y autoexigentes pueden llegar a convertir estas conductas en obsesiones. “Cuando esos ritos se vuelven obligatorios, cuando nos es imposible alejarnos del coche sin comprobar varias veces si lo hemos cerrado, si hemos apagado las luces o si hemos echado el freno de mano, podemos hablar de obsesión”, asegura. Por ello, no está de más observar estos comportamientos en nosotros mismos y en los demás para detectar a tiempo si un vicio o una manía se está convirtiendo poco a poco en un trastorno obsesivo compulsivo.

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